Reflexión sobre Kracauer y su libro "Teoría del cine"


El texto de Kracauer es un desafío. Extenso, en ocasiones reiterativo y complejo, responde a expectativas que no se presentan a viva voz. La recompensa silenciosa  surge de sus páginas cuando calmado, afloran visiones límpidas de razones y lógicas claras.

Las afinidades respecto a Tarkovsky son mayores que sus diferencias. El arte, reflexión presente en ambos discursos, se rige bajo una pauta clara de fidelidad al principio básico, es decir haciendo uso del medio a través de la adecuación a sus potencialidades y naturaleza. Kracauer es a Tarkovsky lo que la filosofía a la metafísica. Si el primero no llega a las alturas míticas y poéticas de la emoción, el segundo no analiza sistemáticamente los elementos característicos del cine.  

La visión que plantea en el último capítulo a cerca de su concepción del hombre actual, plantea algunas matizaciones. Mediante la síntesis de multitud de autores y fragmentos de teorías contemporáneas, Kracauer ha pertrechado un conglomerado de apuntes que resulta tan necesario como incompleto. Una aportación de este tipo era indispensable para la contextualización del problema en que nos hayamos inmersos. La pérdida de los valores y la decadencia del espíritu. No habla de religiosidad vacua sino de una espiritualidad en el sentido de lo genuinamente humano, que resurge como necesidad imperiosa de expresión.

Kracauer utiliza la abstracción. Al fin y al cabo el texto conforma una gran teoría, con la que criticar la abstracción cinematográfica. No está exento de cierta ironía. Sin embargo la literatura no plantea dilemas de fondo a la hora de expresar estas complejidades, es más, la palabra escrita se inclina hacia este tipo de formas. El autor, no deja, en parte, de pretender ser un salvador, que empuñando la cinematografía devuelva cada cosa a su lugar. Gracias a esta regeneración, a modo de panacea natural, restaurará las capacidades embotadas del hombre en un renacer de la consciencia.

Supongo que en un enfrentamiento serio no debería de dejar de lado la cuestión que nos atañe. Pues, como aceptar, como admitir que la razón está tan claramente de su lado, cuando para ello se ha de renegar de cientos de plasmaciones notables. No creo que Kracauer pretenda tales insalvables. Ni siquiera el se enfrenta a tales cuestiones, que sin duda estuvieron presentes a lo largo de los años de escritura de tamaño volumen. La ambigüedad en que se mueve por tanto, no es fruto ni del descuido ni de la casualidad, es una reflexión velada que consigue movilizar los razonamientos en varias direcciones, sin lo cual es imposible comprender ni capítulos enteros, ni la profundidad e importancia de algunas de sus cavilaciones.

Reflejo de su época, hasta cierto punto es la bandera de las necesidades de toda una generación, que sigue siendo la misma desde la irrupción brutal de la tecnología. Sin duda la tecnología ha superado a la humanidad del hombre, y como tales, han quedado reducidos a meros avatares de una maquinaria mayor. Más que nunca se necesita de think tanks o consultoría de formación para ubicar al hombre en su espacio y tiempo. La realidad hoy más compleja que nunca, no da pie a una comprensión pausada, sino que se arremolina en los sujetos fragmentados, conformados a base de retazos heterogéneos. Hoy, la televisión que Kracauer a penas tuvo en cuenta, se presenta como el elemento que ha desplazado o modificando a la mayoría de de los medios de comunicación, incluyendo al cine. Quizá algunas de sus concepciones más arraigadas cambiarían radicalmente al admirar la degeneración que se ha producido en el abuso de estos sistemas. 

Probablemente afirmaría que la abstracción sigue manteniendo su imperio colonizador, desvirtuando ahora nuevas esencias como la de la televisión, instantánea y cinemática por naturaleza. La irrupción de la tecnología se ha hecho más evidente en cada hogar, representante del cual es el ordenador personal y su nueva ventana al mundo, a la red de información mundial. De todo ello, la visión del hombre se ha modificado profundamente. Una de las ausencias más notables en el  texto de Kracauer, es la prácticamente total displicencia hacia el mundo de la psicología. La percepción pertenece fundamentalmente al campo de la psicológica, y como tal, los factores que en ella intervienen deberían tratarse con suma atención. 

Nuestro órgano perceptivo más desarrollado, la visión, depende íntimamente de las circunstancias psicológicas, que a su vez pueden asociarse en gran parte a la cultura. Ahora bien, en una cultura donde se consumen indiscriminadamente imágenes, la sensibilidad analítica no existe. En otras épocas, donde la carencia de ocios excesivos, acentuaba el interés, atención e interpretación de una sola imagen, se llegaba a creaciones, que unas veces abstractas y otras meramente contemplativas, afinaban en cualquier caso la capacidad de comprensión. 

No hay comentarios:

SECCIONES