La Primera Guerra de la Obsolescencia


Contexto

Estamos ya inmersos en una guerra no declarada, de incrementos paulatinos, diferente, compleja, interna, tecnológica, psicológica, de lenguaje y conceptos.

Las crisis económicas tal y como las conocemos, crisis monetarias, de crecimiento, fiscales y bancarias, no son sino las grandes batallas de nuestra era, con millones de bajas económicas repercutidas en los estratos-soldados más débiles del entramado socio-empresarial que es el mundo actual.

La radical desaceleración China y una economía de USA que no es capaz de crecer y tirar en una globalización agigantada, son un claro síntoma de agotamiento del modelo. Un modelo que ha acelerado sus crisis y fluctuaciones hasta el punto en que la deuda inflacionista no permite más crecimiento virtual. Es decir, se ha estado creciendo ficticiamente y ahora es el mundo real el que va a marcar el ritmo, no las políticas monetarias que no disponen de más herramientas de inyección artificial. La fórmula ya no es válida, ya no coincide con la realidad, se ha desviado fuera de los márgenes, es incorrecta.

En la actualidad hay ya que pagar el crecimiento artificial de un año entero de PIB. Los últimos años se han ido adelantando beneficios a través de ingeniería económico-fiscal, en una deuda que suma ya un año completo. Debemos, como estado-sociedad, todo lo que se ganaría en un año de actividad. La deuda se ha trasladado hacia el futuro, algunos beneficiarios de estos adelantos se han retirado y disfrutan de lo obtenido, de lo sustraído a las generaciones presentes y venideras. Y no olvidemos que los estados actuales no son más que la mayor empresa de cada país y la única que posee el uso legítimo de la violencia. Violencia física y económica.

En consecuencia estamos dando paso hacia una realidad de supervivencia, de guerra permanente, con un importante descenso del poder adquisitivo en la mayoría de la población de las democracias capitalistas maduras.

Tecnología

La innovación es el único recurso que puede amortiguar (que no revertir) la caída del modelo, que no va encaminado a otro fin que el de abaratarlo todo. Que es lo mismo que decir que todo lo material, así como energía, alimentos, vestido, etc, va a ir perdiendo su valor. Esto no es directamente negativo, es fruto de la automatización y tecnología ya asentada.

Es una optimización total, a todos los niveles de desarrollo. En esta línea, internet es un gran abaratador, reductor de intermediarios y de enorme poder de organización y conocimiento para toda la población. Internet es un acelerador.

En este sentido hay dos tipos de tecnología: la innovación y la mejora. El grafeno es una tecnología innovadora con poquísimas aplicaciones actuales, mientras que las renovables ya extendidas, están en fase de mejora y optimización.

La energía es una de los puntos donde mejor se manifiesta la guerra de la obsolescencia, pero no es la única tecnología y aquí es donde entran en juego los estados, empresas y política.

Statu quo

Las comunidades no políticas van a surgir como alternativa a la supervivencia dentro de estados caducos y agresivos. Comunidades locales “independientes” dentro de estados diluidos. Estados en guerra contra algunos desarrollos tecnológicos específicos que cuestionan dos cosas; por un lado su utilidad, predominio y legitimidad, por el otro lado, las bases económicas en que se asienta, defendiendo empresas y sectores obsoletos.


Los estados incrementarán infinidad de impuestos, especialmente los costes ocultos de infraestructuras básicas, agua, alcantarillado, electricidad, seguridad y otros, así como en los objetos de necesidades fundamentales: alimento, vestido, hogar, electricidad, etc. El objetivo de este incremento será igualmente doble; Mantener al leviatán del estado, una enorme estructura obsoleta, desactualizada, no competente ni competitiva de burocracia  e influencia. Así como defender las inversiones en tecnologías obsoletas de las que depende el predominio del statu quo.

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