La Fortaleza de la Soledad

Si quieres construirte como persona, si quieres tener la humanidad y el valor de ser lo que quieres ser… tómese media pastilla de Superman.

Desde que Joseph Campbell abriera en canal el corpus de la narrativa popular con su “El héroe de las mil caras” se ha repetido hasta la saciedad cómo, las historias contemporáneas, son una nítida continuación de los mitos clásicos.

Es un arma de doble filo. Es fácil analizar los elementos que hay en cada una de las obras; protagonista, antagonista, puntos de giro, motivaciones, etc. Mucho más difícil es crear, desde esos elementos, algo original y vivo.



Es por ello que se sigue intentando hacer blanco sobre un conjunto de intereses ancestrales con los que los humanos nos seguimos identificando. Son muchas las ocasiones en que, en nuestra era del 3d-explosivo y los bikinis-implosivos, se deja poco espacio para desarrollar siguiera un amago de estructura heroica, parece que es lo de menos.

Podría interpretarse, como sugieren algunos autores, que Superman satisface las nostalgias secretas del hombre moderno que creyéndose limitado y frustrado, sueña con una identidad excepcional que lo revele algún día, como un héroe único y diferente. Y es que, en la nuestra civilización de identidades, todos somos número e iguales, a la fuerza.

Creo que Superman es algo más. Hay un mensaje descifrable más allá de la catarsis anti-frustración. Ese algo más se desarrolla en uno de los lugares más fabulosos de la narrativa secuencial, La Fortaleza de la Soledad.

La Fortaleza de la Soledad es ese lugar al que Superman va para tomar distancia de los problemas del mundo y experimentar posibles soluciones. Es la Ítaca de Homero pero en plan freaky. Es una metáfora del interior del ser humano, lugar donde se encuentran nuestras memorias, donde la figura del padre tiene un peso destacado y donde estamos protegidos.

Dando otro paso podemos identificar como ese místico lugar es un espacio donde el silencio interior posibilita el ascenso de una persona que inicialmente está destinado a fracasar.

Esa es la calve del héroe. Está destinado a fracasar pero hay algo en su interior que posibilita el cambio y este cambio tiene lugar en la Fortaleza de la Soledad, en nuestra intimidad más personal, en el silencio transformador.

Existe un Superman, un super-hombre, un hombre mejor, mejorado, en cada visita a ese mundo interior, a esa fuente de la que mana la metamorfosis donde el hombre contemporaneo seguirá teniendo la oportunidad y el privilegio de beber.

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