Hubo
una vez una vez un Alce sin bello que no tenia padres sino padrastro, un
bigfoot con dos hijos a cual más feo. Era él quien hacía los trabajos más duros
de la casa y como sus pantalones estaban siempre manchados de ceniza todos le
llamaban Ceniciento.
- ¿Porque
seré tan desgraciado?
De
pronto se le apareció su Hado Padrino.
-
No te preocupes, conseguiré que tengas enormes pies si eso es lo que quieres.
Y
tocándolo con su varita la transformó en un apuesto Bigfoot.
Sus
paseos por el bosque causaban gran admiración. Sus hermanastros no lo
reconocieron. Pasó las horas andando pero no terminaba de gustarle su aspecto
con esos enormes pies, aplastándolo todo. Llegó a estar tan desesperado como
antes.
Entonces
se anunció lo que todos esperaban.
- Solo el que logre comerse este montón de
hierba será el rey del boque -
Todos los animales de
la zona vinieron a probar suerte, también los dos hermanastros de Ceniciento.
Cuando ya todos habían abandonado la prueba, Ceniciento, el nuevo Bigfoot,
comenzó a comer. Conforme devoraba kilos de hierba se transformaba de nuevo en
un Alce ante los ojos de todos los animales que le reconocieron como su Rey
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