
Entre los efectos más sutiles se encuentra el rápido embotamiento de la mente, la proyección lejos de tu objetivo, siendo, en definitiva, una forma de alineación. Su uso excesivo crea poco a poco un mundo artificial en el usuario. En infinidad de ocasiones, cuando se necesita pensar claramente, se aleja uno de la pantalla, apartando la vista. Es un claro indicativo del efecto absorbente y difuso que produce en la consciencia. Quizá, en un primer término, no sea el medio más acertado para la reflexión profunda.
Otro elemento a considerar son las repercusiones físicas: problemas de espalda y cervicales, estrés, problemas de concentración, depresión, falta de ejercicio y enfermedades derivadas, no son poca cosa. El asunto no es simple, pues en sí, el ordenador es una herramienta muy útil con multitud de usos legítimos.
Trabajar con otras personas es uno de las mejores formas de progresar profesional y emocionalmente. La interacción humana no tiene parangón; la réplica, los argumentos, el diálogo y la crítica, son las bases de una civilización y obras que nos rodean.

Hemos de usar el ordenador sin miedo, de forma consciente y sin dudar en hacer todo lo que podamos permitirnos lejos de él.
Algunas soluciones:
- Márcate unos tiempos límites.
- En el tiempo de ocio trata de no usar ni descansar frente al ordenador.
- Haz una lista de cosas (de trabajo y ocio) que puedas hacer en lugar de utilizar el PC.
- Estírate cada dos horas como máximo, date una vuelta, bebe agua, come algo de fruta.
- Habla con la gente que te rodea, compañeros, familia o perro.
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