Quizá
las historias no deberían escribirse con palabras, sino con emociones. Plantear
las secuencias como una sucesión de emociones, e incluso dentro de las
secuencias puede darse toda una gama: Risa + sorpresa + calma + terror + risa + comprensión + amor…
En el guión debe
haber momentos de pausa entre tramos de ascensión. Para que la subida sea más eficaz
debemos tener rellanos. Si se mantiene la tensión hasta el extremo, el drama se
rompe y el espectador se distancia para poder aguantarlo. De esta forma, el
espectador puede llegar a reírse de situaciones en que no debiera. Por ello, lo
bueno es alternar humor y drama. Chiste y dolor.
Lo
que se propone es traducir significados y emociones a imágenes, usándolas así para
plantear un camino emocional en el espectador. Es similar a una estructura
musical con silencios, momentos álgidos y momentos bajos. La narración, en
general, tiene que ver más con una dimensión temporal que con una visual. Está
más cerca del oído y la música que del ojo. Todo, en este punto, es emoción.
Puede
llegar a ser útil cantarte la historia que estás desarrollando para ver si
funciona. Cuéntala como un juglar. Lo importante es el flujo, lo que va antes y
después, el sucederse. De donde viene y a donde va, el continuum. La emoción va
y viene apoyada en las acciones que nunca dejan de transcurrir.
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