La
puesta en escena, las primeras secuencias son esenciales. Marcan el tono,
atrapan o aburren. La publicidad y los videoclips han causado estragos en la
paciencia del espectador medio, no lo pongas a prueba. Al principio puedes
utilizar mayor información verbal sin que ello moleste al espectador, pero lo mejor es colocar la información a
través de acciones naturales. Las películas tienen que empezar empezadas, en
medio de una acción importante que permita descubrir la psicología del
personaje. No entregar toda la información de golpe. Calma. Dosificar la información conforme te lo pida la historia. Del comienzo se sacan muchas conclusiones: tono, tema…
Conflicto.
Conflicto. Conflicto. El conflicto es esencial. Sin conflicto no tenemos nada.
Debemos huir de lo previsible y tener cuidado con nuestra intuición.
Se
debe planear para el espectador. Un guión no se escribe sino que se construye.
Muchos bocetos y muchos planos. Es planear el asalto a un castillo. Conspirar
en la sombra. No adoctrinar, sino contar. Provocar reacción, cualquiera, pero
provocar. Se ha de escribir para provocar. No se escribe de un tirón, se va y
se viene, asegurándolo todo. Reforzando y aligerando.
La
causalidad es la esencia, el transcurrir acontecimientos. C-E-C-E-C-E… La clave
es que esta causalidad no suceda como la esperamos, que no sea evidente. Es
inseparable la estructura del mensaje, han de ser la misma cosa. La historia es
la lista de dificultades hasta alcanzar el objetivo.
Cuando
conocemos lo que va a pasar, es mejor omitirlo. Se debe prescindir de una
situación si no podemos desarrollarla de forma novedosa. Cuando se llega a una
situación que tiene muchas posibilidades lo más rentable es llevarle la
contraria al espectador. Las obras tienen que ofrecer lo que la gente quiere
pero no espera. Acciones que no se esperan pero que resultan naturales.
Porque al final un
guión es la lista de cosas que le suceden a nuestro personaje. Hay que contar solo los mejores momentos. La elección de lo mejor es la base de la elipsis. Buscar el ritmo contándotelo, repitiendo el canto de las palabras. Debemos tener secuencias álgidas y secuencias de paso, no todas deben ser importantes. Al espectador le gustan las historias “mal contadas” para poder añadir cosas.
La situación no
debe surgir de los artificios del ambiente o montaje, la fuerza debe salir de
las acciones y diálogos de los personajes. Una cosa es el objetivo que tenga la escena dentro del guión y otra el objetivo que tiene el personaje dentro de la escena. En
la secuencia debemos entrar tarde y salir pronto. Entre el planteamiento de la
situación y la acción no debe transcurrir tiempo. La acción no debe agotarse en
la secuencia. Esto vale para todas las secuencias.
Hay dos necesidades a satisfacer: emocional (engancha,
atrapa, despierta, remueve, incomoda) y mental (Fascina, inquieta)
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