LA CASTA DE LOS METABARONES, de Alejandro Jodorowsky.


(…) “Aún cuando los enemigos sean numerosos, si uno se hace dueño del terreno, sólo, con la determinación de eliminarlos a todos, el combate está ganado.
El valle, cubierto de cadáveres, parecía un silencioso lazo negro…
Othon fue al norte del campo de batalla en busca de su lugarteniente Hoenhole, y luego fue al sur para recuperar el cadáver de Konrath, su otro fiel amigo.
Después rindió homenaje a su esposa Edna frente a la roca donde su cuerpo fuera desintegrado:
- Cumpliste la enseñanza de tu padre y maestro; el guerrero valeroso no piensa en términos de victoria o derrota, sino que combate fanáticamente hasta la muerte. Sólo así realiza su destino.
Y por fin, humildemente, se arrodilló ante su hijo Bari y le vendó las piernas…”

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