En
el fluir diario, a menudo sin voluntad, resulta complejo escapar al devenir
mientras la presión económica y la ambición aplastan al ser humano. Entonces ¿Qué
hacer para romper esta programación, este atropello del tiempo por las
circunstancias?
En el día a día, el superyo (el deber) y
los instintos (el deseo), constriñen al yo (la voluntad del ahora). Es decir, el
juicio del pasado y ansiedad por el futuro aplastan el momento presente. Para
evitarlo, el yo debe ensancharse a través de la consciencia y la voluntad
práctica.
En
la voluntad del yo está la clave. De
esta forma, si no hay culpa por la pérdida de la voluntad de poder, de la
consciencia, no hay ansiedad ni sobresalto. Ni culpa ni vergüenza. La clave
está en la voluntad y consciencia del ahora, en calma y con seguridad.
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