La Emoción


Antropológicamente es un hecho que lo emocional ha trascendido la vida del hombre participado en el desarrollo de la humanidad desde sus más primitivas manifestaciones.

Todas las sociedades han manifestado admiración ante lo desconocido de las emociones. La pérdida, la búsqueda, el retorno al hogar de los antepasados, el sacrificio, el débil, la madre, el asombro, la venganza, el miedo, la lucha, la victoria, la astucia, el dolor, la muerte, el nacimiento, el amor.

El arte ha sido la residencia natural de este tipo de intangible durante siglos, incluso hoy, en la era de la masa interconectada. La artesanía de ficción es uno de los pocos bastiones en los que aún residen vestigios de lo que llamamos emoción.

El hombre sigue buscando la emoción. Continúa olvidando y encontrando de nuevo. Con las herramientas que tiene, con lo que hereda y aprende. Videojuegos, películas, canciones, dramas personales, con lo que puede para acercarse a las formas de la emoción trascendente y sublimada, formas que son antiguas. Como forma ritual, como nueva espiritualidad emocional, intenta el hombre atrapar y encontrar lo que le falta. Con los libros de autoayuda y las religiones y gurús exóticos.

Sin embargo, el mágico mundo de las abstracciones, de Internet, de las películas, de las series, de la televisión, del entretenimiento absoluto, de la realidad simulada e inocua… la nueva forma de acercarse a la realidad está siempre cargada de protección, de profilaxis frente a las emociones.

La visión cruda de la realidad está tan alienada ante la avalancha de estímulos artificiales que, por comparación, se produce un hastío frente a lo natural, frente a la visión cruda de la materia y el ser. Y el ser humano se aleja.

Junto a esta ubicua sustitución de la realidad por una ficción y simulación emocional, únicamente mencionar otros mecanismos que refuerzan este alejamiento.

- La multiplicación de las cámaras digitales, alejan a cada fotógrafo del evento, genera una barrera al sustituir su papel de viviente de los acontecimientos por el de registrador objetivo, ajeno e imparcial. Otra forma de alejar la experiencia y contacto. Sin cámara el observador queda desnudo, obligado a interpretar emocionalmente y participar del mundo.

- Otro distanciador es el trabajo tal y como se plantea en multitud de circunstancias. En muchas ocasiones se trata de un trabajo alienante, desvinculado de la realidad y las relaciones humanas. Trabajos donde se representa interiormente el puesto que se desempeña, asumiendo este papel dentro del teatro del entorno e impidiendo, de nuevo, la vivencia del ahora.

- Un cuarto elemento serían las nuevas formas de interrelación basadas en la comunicación digital a través de ordenadores. Baste decir que se han desarrollado a una enorme velocidad. Ya hay una generación habituada al uso de estas redes sociales, sistemas artificiales que simulan relaciones humanas a través de un interface que sustituye la personalidad propia por una inventada y desarrollada al medio en cuestión.  En este sentido, únicamente valorar que ha surgido esta nueva herramienta humana de la que hay que aprender sus virtudes y educar sobre sus riesgos.

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