Análisis de "Casablanca" por Alfonso Mendi


Lejos de la charla expositiva que la presentación de un escrito puede suscitar, “Como se hicieron las grandes películas” y su autor Alfonso Mendi, conforman un inseparable núcleo susceptible de interpretación conjunta. Juan Orellana presenta la mesa, Alberto Fijo al autor, y el autor su obra, que pasa a analizar introspectivamente. Profesor titular de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad de Málaga, se Licenció y Doctoró en la Universidad de Navarra. No obstante, fue en Estados Unidos donde se decidió a escribir estudios sobre diferentes películas, paso previo a su definitivo salto al libro. El humor desde el inicio, juega un papel fundamental de distensión. 

Mendi se adentra en una dimensión cinematográfica escasamente frecuentada y en menor medida, tratada con profesionalidad. Sin demora, el análisis de Casablanca forma el núcleo de su retórica. La imposibilidad de un análisis sistemático, lleva, como es frecuente a una exploración donde la personalidad, preferencias e intuiciones del comunicador resultan la calve. No ocultarlo, la necesidad de mayor tiempo son, tanto para el ponente como para los convocados, un deseo que roza lo existencial, pues hablan de lo que les llega, de lo que han elegido, como arte y como forma de ver el mundo, a los demás y a uno mismo. 

Si lo inabarcable es por naturaleza indefinible, una vez asumido, es posible un acercamiento a dichos netos, mediante pinceladas, a través de intuiciones ponderadas que enfoquen una aproximación, parcial, incompleta si se quiere, pero una imagen en definitiva. Eso intenta Mendi, mostrarnos lo intuible, señalando el camino que ha seguido, la ruta sinuosa desde la captación ha la plasmación. Aproximarse a su obra es el paso lógico que falta, siguiente o anterior, menoscabo en cualquier caso.

El porqué del libro, pasando de puntillas por lo mencionado ya, pudiera ser tanto un deseo de conocimiento, como una investigación en  busca de las causas, los motores de las genialidades. Más allá de lo evidente, desde el aficionado al profesional va un paso, si, pero grande, trasatlántico. Su experiencia en Estados Unidos, el material de primera mano desde el ajuar cinematográfico de la Universidad de UCLA, resulta abrumador y fascinante. 

La labor de investigación, no se centro en el mero consulte de bibliografías, acudió a los datos de primera mano, enormes pilares de informes y material diverso, fascinantes deben ser esos pasillos, esas bibliotecas con tesoros perdidos, con sarcófagos a descubrir a cada paso. La Casabalanca de Michael Kurtis, es hija compartida de multitud de guonistas; A. Mckencie, W. Kline, los hermanos Epstein, H. Koch…fruto a su vez del caos y la genialidad a partes iguales.

Desde el 1938, el germen de Casablanca ya existía, no tal y como la conocemos, pero sí su base primigenia. Las andanzas de la obra de teatro por los pasillos interminables de la burocracia creativa que suponía la Warner, terminó con sus guionistas trabajando durante el rodaje de la película, prácticamente hasta su último día. Escueto recorrido por las opciones que se descartaron en cuanto actores, donde la obra pendía siempre de un tenue hilo. Estilos de interpretación,  iluminación,  decorados, coreografía…en fin, dejarse algo sería faltar a su grandeza. Bogart, Bergman, Rains, Latszlo… 

Problemático por antonomasia, el rodaje estuvo lleno de constantes trastoques que generaban enormes diferencias en el resultado final, casualmente propicio en muchos sentidos. No obstante, lo mejor como suele pasar, se deja para el final, cuando, en caliente, se alcanzan a vislumbrar la profundidad de los análisis y conclusiones.

La interpretación poderosa de quien lleva años reposando un tema concreto, se manifiesta en toda frase, en toda afirmación afinada. La búsqueda de las causas debiera ser  clave de reflexiones sobre la naturaleza íntima de las inclinaciones en épocas, de las estéticas propias de cada tiempo y su plasmación en obras de arte representativas. El amor por antonomasia, base de la obra, la evolución de un personaje, un sujeto pleno, multidimensional por su desgarro interno, por su evolución en el resurgir de la esperanza. Personaje que al fin ve un nuevo revivir tras un lapso de tinieblas iniciado por la belicosidad del hombre. El patriotismo, sentimiento grupal, de pertenencia, el heroísmo pujante, forma de compañerismo personificada. 

El dolor, efectivamente un viaje a través del dolor, su recorrido a lo largo de las sendas intrincadas de seres humanos, sin duda su dimensión más profunda. El despertar de los ideales, nunca abandonados del todo y nunca del todo declarados. Al final, la amistad, ese guiño tan francés, ese codazo de complicidad que hermana concepciones profundas de la vida. Fascinante resulta la plasmación gráfica de los esquemas triangulares que relacionan personajes. Sin atarse a este tipo de constructo como si de dogmas se tratase, si pueden dar pie o ser punto de partida para una visión profunda de la obra.

Los detalles visuales, suponen otro apartado, que si bien por falta de tiempo, resultó el más breve en análisis, fue también el más práctico en cuanto planteaba la aplicación de todo lo dicho anteriormente, pero sobre los fragmentos en bruto de la obra. Toda la fuerza de las imágenes cobra un nuevo sentido a la luz de  especificaciones previas. Donde las frases de los Epstein cobran vida. Los llamados detalles visuales, gracias a los cueles podemos ver el estilo de cada interpretación cobrar cuerpo. Los aciertos de dirección, el paso del tiempo, los movimientos de cámaras, las puestas en escena... memorables. 

Preguntas y respuestas breves, concisas, sin deseo de alargar con retórica. Con una de esas familias sabias, familias que llaman desde el pasado esplendoroso de la ilustración….llegando retazos de lo mejor, de la música, del delegar a los mejores las acciones más difíciles, de la tradición, del apoyo a los suyos que siempre estarán ahí. Esa es la familia que pregunta: ¿Donde está “Lo que el viento se llevó”? La sonrisa, es por descontado la mejor respuesta, y luego, el no querer abarcar todo, espaciar obras parecía el medio de asegurarse material y de no saturar. 

Enormes obras, clásticos en demasía le parecieron. Simples anécdotas, sí, de las que está forjada cualquier realidad, y por ello carente de medios para revivirlos plenamente, para experimentarlos de forma plena.  Mendi, teórico, intelectual, anhelante como muchos otros de la llegada del modelo anglosajón cuando otras formas pedagógicas pierden ya eficacia. Desde la práctica hacia la teoría, como un descubrimiento propio, pues solo en la experiencia se adquieren ciertos conocimientos. Agradecimientos junto al humor característico, aventurando nuevos episodios dentro de su literatura, sin duda amena, gratificante y didáctica.

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