Redactar un texto sobre la exposición que “La Caixa ” ha dedicado a este
peculiar creativo, resultó ser una tarea mucho más ardua de lo que creía a
primera instancia. La primera y vergonzosa causa, era mi total desconocimiento
de este personaje, tan influyente en otros artistas que me encantan; la
segunda, la obra expuesta en cuestión.
Tras una visita de la que
salí tan perdido como había entrado, me dediqué un período mínimo de
mentalización previa en clave de apertura, para volver a enfrentarme días
después con aquellas pinturas. Pues bien, ha quedado patente mi obvia
incapacidad de recibir y decodificar el mensaje, o concepto, inherente al arte
abstracto contemporáneo. La mitad de la obra se me antojó (sabiéndome en un posible
acto de barbarie) insostenible técnica y armónicamente, pues las combinaciones
histriónicodecadentes del color en aquellas informidades, no me comunicaban
otra cosa que no fueran retorcida visión del mundo o sarcástica burla del autor,
en cuanto a la propia ejecución.
Juro
que intenté comprenderlo y bucear en su mundo de abismos insondables, incluso
llegué a entrever a De Kooning niño atrapado en un adulto horrorizado, en obras
como “La Visita ”,
pero también es cierto que poseo una maquinaria imaginativa traicionera, y
acabo viendo cosas donde no hay que verlas; así que, resuelto a permanecer como
espectador pasivo y no analizar en absoluto cualquiera de las pinturas
subsiguientes, fue cuando para mi sorpresa, más me involucré en la obra.
Instintivamente me había topado con algo de mi agrado: el dibujo sencillo, la
primacía de la idea sobre el dominio del modelo, y por supuesto, la inevitable
evocación del elegante trazo de Matisse y la línea casi poética, para mí, lo
mejor de la exposición.
Otro detalle
que llamó mucho la atención de este feliz ignorante, fue el tratamiento que De
Kooning da a la mujer, agresivo y feísta, tanto en las dos dimensiones del frío
papel como en abominables esculturas exentas. Desconozco si padeció algún tipo
de manipulación, desengaño, o represión sexual, pero tal y como presenta a las
mujeres, uno se siente incómodo pensando las posibles causas que llevan a
deformar la realidad hasta esas desagradables imágenes. O tal vez me equivoco y
resulta que iba más allá de lo visual, destrozando la apariencia física porque
lo que le interesa es la esencia del mundo interior…en cualquier caso, se ha de
reconocer que el resultado tira bastante para atrás. El arte de De kooning,
increíblemente intelectual, apenas deja un resquicio a la belleza entendida tal
y como lo hace un individuo del mundo contemporáneo, víctima en gran o menor
medida de los mass- media.
Terminando,
temo que la obra de este renombrado artista apenas ha aportado otra cosa que el
ejercicio de pensar a mi persona, a sabiendas que con mis dudosos patrones
artísticos, soy incapaz de hacer un juicio justo del susodicho y su obra. Pero también
sé cuándo algo me gusta y cuándo no, y creo sinceramente que la exposición
debería llamarse “ Willem De Kooning: Cuidado, necesarios niveles perceptivos elevados”,
a modo de advertencia, pues me da la impresión de que con De Kooning no basta
con entrar y echar una ojeada.
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