Para
aprender cual es el formato adecuado, ante eso que tanto agobia a los recién
llegados, basta con coger un guión y leerlo. Hay que leer muchos guiones.
Cuantos más, mejor. Y no una lectura superficial de pasar por encima y entender
más o menos de que va la historia. Caer en los detalles, pararse a pensar en
que hace, como escribe cada palabra, ser consciente de la objetividad, de la
ausencia de elementos literarios, de la memoria del propio texto, de los
diálogos, de los ligeros estilos que incluso en ese medio tan áspero logran
perdurar. En la sugerencia, en el insinuar, en el inspirar está la dificultad.
No puedes decirlo directamente, tienes que sugerirlo.
El
guión no trata de dónde vas a poner la cámara, o de aquella imagen tan
increíble que tienes en la cabeza. Todo eso esta muy bien y puede ayudar, pero
eso no es guión. Guión es drama, guión es causa y efecto, guión es personaje,
guión es diálogo, guión es acciones y estructura. Toda idea que se pretenda
transmitir a de ser a través de lo que hacen y dicen los personajes, esas son
las principales herramientas. Los diálogos son una gran baza, pero la acción es
la definitiva. El guionista piensa en acciones. El director, en imágenes.
Concepciones que deben sumarse. Escribir guión consiste en trabajar el drama y
los personajes, no en ilustrar imágenes.
En algún sentido toda obra es abierta ya que exige la participación del
espectador. El desafío es hacer una obra con múltiples lecturas o
interpretaciones a diferentes niveles. (Wall-E, Starship Troopers, La princesa
prometida) En este sentido, la reestructuración del mundo a través de una
visión peculiar, como esquizofrénicos, niños, robots, extraterrestres,
ancianos… suele ser valiosa e interesante. Para ello, debemos encontrar
equivalentes. Elementos que podamos usar para transmitir una emoción similar a
la de dicha perspectiva. Buscar la abstracción de nuestros sentidos fuera del
lenguaje. Los mundos extraños que son, sin embargo, familiares.
El espectador siempre está intentando dar sentido, lo único que exige y
busca, es la coherencia. En la actualidad el pensamiento se está defragmentando,
desde la literatura al videojuego se ha caminado hacia una obra donde la
reflexión cada vez es menor y los estímulos mayores.
La gente ya ha visto mucho material audiovisual, spots, películas, video corporativo, promocional....
Ventaja: hay mucha información que se puede (y debe) dar por sabida cuando se
presenta una obra, especialmente si es de género. Inconveniente: No se puede
hacer de nuevo Star Wars. No se debe escribir de espaldas al conocimiento del
espectador, hay que utilizarlo en nuestro propio beneficio. Todos
conocemos muchos rostros (Kennedy, E.T., Bruce Lee,..) Oriente y occidente poseen
una nutrida mente común: Dibujos, películas, frases... Así se pueden encontrar
lugares comunes en la memoria que pueden resultar muy útiles a la hora de dar
profundidad y vida a los personajes y las obras.
Existe una cultura de fondo que comparten varias
generaciones respecto al audiovisual.
Esta misma clave, se puede utilizar para reflexionar
sobre los distintos géneros: aventura, acción, comedia… Algunos directores como
Shyamalan lo han utilizado de forma seria para redefinir algunos géneros:
(Ciencia ficción intimista: Señales) o como Tarantino, de forma humorística
(Kung-fu plastic: Kill Bill) Incluso en el musical, se pueden reciclar los
éxitos de los 80/90 y hacer un “Al otro lado de la cama” Este tipo de obras
suelen ofrecer lecturas a varios niveles aportando valor al resultado.
Y si eso no es suficiente, siempre se pueden
reciclar programas de televisión; antiguos, grotescos o desfasados, son todos
memoria colectiva. Hay pues, que mezclar telenovelas con ciencia-ficción, la
ruleta de la fortuna con CSI.
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